Testimonios

 

Un torero lleno de emociones recordando a Silverio

Don Francisco Lazo  / Enero 2010

 

Amigos, mañana 20 de noviembre, México celebrará el 99 aniversario de su Movimiento Revolucionario, que encaminó para bien la ruta de nuestro país; simbólicamente la fiesta de toros recuerda también en esta fecha, pero del año 1915, el nacimiento de Silverio Pérez Gutiérrez, quien poco más tarde enriquecería a nuestro toreo dándole un perfil propio, nacionalista. México creció y su imagen cambió, como cambiaron muchas de sus actividades diarias, su política, y así también dio libre curso a sus maneras en los ruedos. Hay pues, una fiesta de toros a la mexicana y cuyos principios los marcara D. Rodolfo Gaona, extendiendo su influencia a todo el mundo donde hay fiesta de toros, y Silverio acentuó las virtudes artísticas que habrían de gobernar y gobiernan en los ruedos. Templó como nunca antes la lidia, dando margen para ser efectivas nuevas reglas con las cuales dominar al toro, cualquiera que fuera su condición de raza y de ahí poder dar libre curso al toreo, teniendo como base las maneras, la inspiración para ejercitarlo. Hoy día se pisan los terrenos que pisó Don Rodolfo y se engalana el quehacer taurino con la libertad para torear como lo hacía Silverio, con todos los medios para aprovechar las embestidas de los astados. Silverio abrió nuevos derroteros en los ruedos para usufructuar debidamente y con toda libertad, el estilo de torear muy a nuestro gusto, como más nos place, lento y templado, dando margen a un sinnúmero de procedimientos para enriquecer al toreo. Son invaluables tales aportaciones, pues se han abierto rutas para el desenvolvimiento de la fiesta de toros y el surgir de toreros que han colaborado notablemente en su desarrollo; pero, siempre hay un pero  que resulta un contrasentido, esto es que el enriquecimiento y dominio de la técnica ha orillado a rebajarle la sangre a los  toros para hacerlo posible. Digamos pues que se le ha restado bravura para hacer crecer la docilidad en su carácter, y eso perjudica al toreo, haciendo pensar que ya no es tan complicado ser torero;  aunque desde luego hay que decir que hay ganaderías que conservan la casta, que mantienen la emoción en la arena, elemento primordial para la supervivencia del espectáculo. Silverio pues, fue el torero que pulimentó terrenos y maneras, lo que hizo posible un desarrollo rápido en la práctica del toreo. Por fortuna se está dejando sentir un movimiento para devolverle al toro los beneficios de su sangre brava, sin el abuso que le ha deteriorado. Cuando se hablé más de la bravura que de la nobleza en el temperamento del toro, los públicos volverán a los tendidos para emocionarse al ver enfrentar con determinación a ese astado, que es el que hace sentir el temor por su agresividad. Silverio nos decía, “claro que siento miedo, no lo niego, pero estoy seguro que el valor consiste en dominar el temor de salir lastimado, o tal vez muerto” . Y traía entonces a su memoria toros que le hicieron palidecer y acabó cortándoles las orejas y el rabo; enrazados que causaron inquietudes y gran admiración a los públicos. Una de ellas y calificada como la mejor faena de su trayectoria triunfal fue la que le hizo al toro “Tanguito” de Pastejé, al que le cortó una oreja y rabo en la plaza El Toreo de la Colonia Condesa de esta capital, el 31 de enero de 1943, trofeos máximos que se acostumbraban en aquella época. Y otra, pero la preferida de Silverio fue la que realizó con “Rebocero” de la ganadería de La Punta el 12 de enero de 1946, allá en la plaza de Irapuato, Guanajuato, también un toro bravo y al que le tumbó las orejas, el rabo y una pata.  Decía Silverio que fue una faena muy larga pues el toro  embestía una y otra vez con furia metiendo la cabeza y yéndose largo para volver con mayor ímpetu, y sensible como era agregaba: “me dolió matarlo”. De vivir Silverio, Mañana 20 de noviembre de 2009 se le festejarían 94 años de edad, siempre lúcido, regocijándose en sus recuerdos. Murió el 2 de septiembre de 2006 en Pentecostés Municipio de Texcoco.

 

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