Testimonios

 

Testimonio de Ricardo López Méndez

Maestro Reynaldo Torres / 24 Junio 1988

 

Extracto de la carta enviada por Ricardo López Méndez a Pachis y Silverio con motivo de su quincuagésimo aniversario de bodas celebrado el 24 de junio de 1988.

 

Hoy se cumplen cincuenta años de un suceso que marcó el punto de partida hacia la verdadera felicidad. . . . , la felicidad que proporciona una palabra cumplida; una palabra dada por dos almas que unió el destino y que han sido y siguen siendo ejemplo en la alocada vida de nuestro tiempo.


Así se define esta esquela que tengo en las manos, elegante, sorpresiva y cariñosa, suscrita por hijos y nietos, con la invitación para acompañarlos a un acto religioso en la Catedral de Texcoco, en confirmación a la palabra empeñada hace medio siglo por Pachis y Silverio, entrañable pareja de amigos.


Qué decir de Pachis y Silverio en esta ocasión que nos reúne a los hermanos Pergaminos dándonos así la oportunidad de departir una vez más, al mismo tiempo que compartir tan significativo suceso. La Pachis, toda ella una castañuela graciosa y cordial. Es ella contagio permanente de optimismo a la vez que una gran señora. No sé, pero la Pachis me recuerda cada vez que la veo, aquéllos Alejandrinos de Carrereé, que así dicen:

 

“Tiene los ojos negros y se llama Pastora.
Su alma ardiente como la loca manzanilla.
Es la que canta coplas de una tristeza mora
Detrás de las doradas cancelas de Sevilla.

 

Es rosa de pasión que se da toda entera.
Cuando anda, es ritmo y gracia su garbo sevillano.
Es morena y dramática como la petenera.
Sensual y atormentada, como un tango gitano.

 

 

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Y en la tarde de toros, al rematar la suerte,
Cuando el muñeco de oro ha burlado la muerte
Y estalla la charanga y aplaude el circo entero,
Mientras pasea el héroe su española majeza,
Con los ojos sultanes, cargados de tristeza,
¡Es la única que llora, la novia del torero….!

 

“La Novia del Torero” es el nombre que el poeta español le puso a este emotivo soneto que le dedicó a la célebre Pastora Imperio, la mujer del famoso diestro José Gómez “El Gallo”.

 

Y qué decir de Silverio. . . El “monarca del trincherazo”, según la magistral definición de Agustín Lara, llena muchas páginas de la historia de la tauromaquia.


Contrariando la vieja creencia de que el artista no tiene mayores aptitudes si se le saca de su arte, en Silverio Pérez, México encuentra a un ciudadano ejemplar en la escena política. Es así como llega a ser el personaje más prominente de su Texcoco de Mora. Es aquí donde Silverio pone a prueba su capacidad político-administrativa, su honestidad ciudadana y sus convicciones en el servicio público que no tiene otra mira –no debiera tenerla al menos -, que la de ayudar al pueblo. Así de sencillo es el recto sentido de eso que se llama política.

 

A todo esto hay que agregar su calidad de amigo. Y para comprobarlo, aquí estamos con él y con los suyos, acompañándolo en esta fecha tan significativa, sus hermanos los Pergaminos, deseosos de brindar por su felicidad.

 

¡Qué gran artista, gran señor, gran mexicano, gran amigo, eso es para nuestra patria Silverio Pérez...!